jueves, octubre 18, 2007

De corazones rotos...

Que irónico, un buen amigo me dijo una vez que soy bueno escribiendo de desamor, no he sufrido de desamor en mas de un año y he sido mas que feliz casi un año entero con la persona que mas he amado en mi vida .Que ironía.
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Hace mucho había una niña, pequeña bonita, cabello negro y ondulado, largo y hermoso, con una sonrisa encantadora. Esta niña estaba trasformándose en una señorita y en medio de esa transformación, se enamoro. Se enamoro de un niño como ella, entrando en la adolescencia. Los dos se querían querer, pero quererse querer no basta. El niño se fue antes que pudieran quererse, ella se cerró, sufrió su primera decepción, lo único que supo hacer es fingir, fingir que era feliz. Se dedico a buscar llenar el vació del niño que se fue, se dedico a fingir querer a otros, simplemente para sentirse segura, para fingir una realidad donde ella no sufría, pero sufrió.


Un día, pasados los años, un muchacho se le acerco dispuesto a darle cariño. El muchacho comenzó a escribirle poesía, cuentos y canciones, ella halaga las recibía, sin abrir su corazón, el siguió insistiendo y ella siguió resistiendo. Un día el muchacho la abrazo sin decirle una sola palabra, ella lloro por dentro. Pasó de nuevo el tiempo y ella siguió jamás queriendo de verdad. El muchacho que tanto la quiso querer se fue a ser feliz en lugar de estar atrás de alguien que no quería ser feliz gracias a el. La historia de la niña, ya como muchacha, se repitió. Se dice por ahí que llora cada noche sus desamores y por las oportunidades que no quiso tomar, mientras que en el día, sigue fingiendo ser feliz.

Nosotros mismos creamos nuestros desamores, nos concentramos tanto en los pasados, que no dejamos que llegue alguien a curarnos esas viejas heridas con sus detalles, sus canciones, sus poesías y sus abrazos. Entonces el desamor tiene la única cura, el amor, pero no hacia otros, sino hacia nosotros, el poder amarnos lo suficiente para enfrentarnos al sufrimiento y reírnos en la cara de la decepción.

Te invito a reírte de eso, ríete mientras te levantas después de haber sufrido. Ríete por que no importa cuantas veces te tumbe, te levantaras una y otra vez, al final el desamor estará bajo la suela de tu zapato y tu, sonriendo, seguirás caminando.

Hace mucho me preguntaron “¿Cómo le haces para levantarte siempre?” Yo le conteste “Simplemente lo hago”


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lunes, octubre 01, 2007

Caminante no hay camino



¿Cómo sabemos cuando tenemos todo escrito? ¿Cómo saber que esto no es una ilusión creada efímeramente de la nada?
Caminando iba el hombre y caminando no encontró un camino, caminando entre el olvido, caminando entre la nada. Pobre caminante que no puede seguir pasos atrás, la nada carece de dirección y no puede voltear a ver su espalda, sin ver sus huellas y sin poder ver la nada que ya paso.
Pobre caminante que no tiene camino, vaga en direcciones diferentes, pero nunca hacia atrás, jamás regresando a la nada que ya paso hace tiempo, esa nada simplemente se borra y se olvida.
Caminante no hay camino, caminas sobre la nada, tus pasos son ciegos, no sabes a donde vas, no tienes dirección ni tienes destino, pobre caminante sin camino ¿A dónde quieres llegar? Si no sabes de donde vienes, no sabes a donde vas. Ciego sigues tus pasos en medio de esa oscuridad. Caminante, caminante, no tienes un camino, pero te dire un secreto…si puedes voltear.

Caminante es cierto que no hay camino, pero no es cierto que siempre será así, caminante no hay camino, se hace el camino al andar. Voltea sigiloso y mira hacia atrás, tus huellas iluminan la oscuridad, y un camino se extiende, el camino que tu has escrito para ti y ese camino ya ha sido recorrido, es tu pasado, caminante. Entonces sigue recorriendo el camino, sigue escribiendo tu destino, por que el camino lo escriben los pies, el camino lo relatan los pasos y el camino lo recuerda el viento.