viernes, noviembre 11, 2011

De nuevo: Soñé que me amabas (2008)


Me perdí en el mundo de fantasías donde aun nos amábamos. Todavía tu cabello largo cubría mi rostro entre juegos y abrazos. Los labios me pertenecían y tu piel contra la mía se estremecía.

Soñé con los ojos de sol, llenos de pasión. Por una noche todo fue perfecto, por una noche regresaron las alegrías cubiertas de afecto.

Justo antes de acabar el sueño me doy cuenta que te has ido y no regresaras, que estoy solo sin tu cariño y jamás lo tendré de nuevo.

Por un instante, fue bello recordar el aroma de vainilla, el rojo de amor, el azul de tu alma junto con el verde de nuestra esperanza. De seguro, en unos años más, regresaras para amarme otra vez en la mente inconsciente, mientras en la realidad seguirás ausente.

lunes, noviembre 07, 2011

De nuevo: El pecado de quererte (2006)


Tan cruel es el dolor de no poder olvidarte que me traiciona el corazón y lo única que hace es recordarte.

Llevo tatuadas tus manos en las mías, con las marcas de tus dedos finos apretando mi piel. Sólo yo puedo mirar las marcas del estruendo de amor.

Sigo deseando un reflejo de tu sonrisa, el momento cuando creo ver tu imagen entre sueños y cristales, desabridos e incoloros.

Mi castigo por vivir el pecado de quererte, no es otro que desearte sin poder tenerte. La musa sin nombre de mis escritos, la amante sin cuerpo de mi cama, la mujer sin rostro en mi almohada.

martes, noviembre 01, 2011

De nuevo: Temblando (2006)


Los dedos inconscientes, desean tener habla para gritar tu nombre cada vez que terminan de escribirlo, pero sólo les queda la opción de congelarse de pasión ante el simple pensamiento de tu presencia.

Un miedo delicioso y cálido, que florece ante la duda que sólo se resolvería cuando los labios se aventuren a ese encuentro, con los tuyos.

Y yo continuo aquí, temblando.

Cada abrazo recordado, se ha quedado injertado en la tela de mi ropa, imprimiendo tu aroma único en ella y haciendo que mi olfato baile por un instante.

Con la dicha de la aventura potencial del amor en tus ojos. El tambaleo eterno de la duda no hace más que acrecentar el momento épico en el que te robe un beso.

Y yo continuo aquí, temblando por la emoción de tu amor.