Sabes que me aturdes con un encanto divino, que me hace extrañarte al ver el esbozo de tu sonrisa en las nubes. Ese hechizo de blancura suave que me das como la neblina que baja en las mañanas.
Me encantas con tus ojos de profundidad mágica. Aquellos ojos en los que mi pensamiento se pierde en un lago de de visión.
Si supieras que yo te doy mi corazón, para que lo encantes un poco cada día más, para que lo hechices con tus manos, con tus besos. Tal vez eso ya lo sabes, así de bien como sabes que me encantas.
Tú sabes que me encantas con tu voz, aquella que hace acrobacias en el viento para que llegue hasta mí. Tú sabes que me encantas con tu vista que puede chocar contra la mía, en un accidente tantas veces deseado. Tú sabes todo eso.


Solo me queda darte una sonrisa cada vez que te recuerdo, un hola y un adiós cuando te veo, una caricia en el hombro, un beso de saludo, una mirada perdida. Te ofrezco, sin que lo sepas, todo lo que mis sentidos desean; mi nariz añora respirar tu aroma dulce, mis manos sentir tus mejilla morenas, mis ojos quieren ver los tuyos por un segundo, mi oído adora tu voz, y mi boca, mi boca pecadora, desea la tuya, desea fundir tus labios con los míos en un dulce beso que explote en amor.Mi castigo de pecador por quererte, no es otro que desearte sin poder tenerte. Aun así me quedo con tus sonrisas vanas, tus risas corteses y tus saludos tiernos, pero tus caricias están lejos de ser para mi, tu mirada lejos de enfocarse en la mía. El deseo sigue aquí, simple deseo de poderte querer y que me quieras, deseo de tenerte a mi lado y que me des esos besos que añoro tanto.