viernes, septiembre 19, 2008

El lobo y la luna

El lobo le aúlla a su doncella celestial, a su dama de baile único. Ella se mantiene separada de el, siempre acompañándolo desde las nubes, siempre extrañándole, siempre sonriéndole.

El lobo le aúlla con tristeza, a su princesa lejana, a su eterno amor que jamás podrá tocar, que jamás podrá acariciar y amar de verdad. Por eso el lobo sigue pidiendo el deseo de tocarla, de estar con ella, por eso sus aúllos desesperados, su deseo insistente y apasionado.
El lobo le aúlla a su amor fallido, pero sigue intentando con insistencia, con pasión y con fuerza. Sigue soñando que podrá amarla, sigue soñando que podrá besarla. Pobre lobo que no deja de amar al amor imposible y se queda con la tristeza eterna de la falta de su princesa.

Así la persona persigue al amor, a su dama insistente y escurridiza, a su fantasía eterna y elevada a la que llama con desesperación, con pasión y con tristeza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Debe ser padre inspirar a un hombre para que escriba tantas cosas bonitas como las que escribes.

El amor vale la pena cualquier sacrificio aun asi aunque no funcione. sentirlo incluso aunque duela es la mejor parte de la vida.

A.G.