
Un poco de dorado tiñe mi noche, con recuerdos de una sonrisa fugaz de vez en cuando, envueltas en voz suave que me deja escuchando con atención. Me quedo escuchando a ver si el color puede pasar como un susurro entre tus cabellos y dejar la discusión si es castaño, dorado, amarillo o solo soy yo algo ciego.
¿Cuándo fue que deje de diferenciar entre los tomos? ¿O a comenzar a cuestionarme de ellos? Para mi es un poco de dorado, aunque ya se bien que es castaño, pero que los colores hablen por si mismos. Si el castaño quiere ser dorado dejémoslo ser, por unos segundos, una noche, una sonrisa fugaz. Y un bello castaño claro que pasa con rapidez, serenidad, armonía.
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