Descanso en un árbol el mismo en el que me encontré al de negro hace tiempo, aunque ahorita ya usa color, lo cual lo deja sin apodo, ¿Como le diré “el sujeto antes conocido como el de negro”?
-Así que te gusta mucho estar aquí- una chava de blusa roja, pantalón de mezclilla y cabello castaño y piel clara se acerca a mi, con un café en mano, como casi siempre en la realidad.
-Hola, no sabía que te iba a encontrar tan afuera de la ciudad.
- Es tu mundo, ¿Qué no deberías de saberlo? Aquí soy como tu me vez, ya hasta traigo el cabello de color rojo y tu me sigues viendo con este.
-Me gusta mas así.
-Como quieras, ¿Pero que haces aquí?
-Descansando, después de todo lo que pase.
-Si claro como yo estaba en la posada, todavía ni tenias una casa para mi en la ciudad, ósea no era importante para ti- me sonríe y camino rumbo a la ciudad.
-Claro-respiro profundo, una luz pasa enfrente de mi- ¿Una luciérnaga?- sin que vea a donde va, llega a la muchacha y entra en ella.
Me levanto y camino a la ciudad, las manos en los bolsillos la camisa abierta y moviéndose con el viento y sin decir una palabra. Cuando llego a la entrada veo otra de las luces, esta vez la sigo hasta la cabaña de las curanderas gemelas, entro en ella, una muchacha aperlada, cabello largo y oscuro, ojos cafés, lentes blancos y un lunar cerca del labio me saluda, es una de las curanderas
-Oye algo entro aquí ¿Lo viste?
-No-la curandera da un salto al escuchar como se azota la puerta de la habitación, su hermana sale y me ve con ira.
-¿Qué haces tu aquí?-Su voz se oye mas fría, se comienza a poner sus lentes negros en lo que camina hacia mi y me da una cachetada.
-¡¿Qué paso?!-le pregunta su hermana preocupada.
-Eres un cobarde, sea como sea, lo mas posible es que si te hubiera dicho que no, pero mínimo hubieras luchado-la curandera se va y antes de salir voltea hacia mi dejando notar su lunar en la oreja izquierda-mínimo hubieras luchado-después desaparece.
-¡Dime que pasa!-la curandera de lentes blancos me agarra tan fuerte que siento como si fuera un costal.
-¿¡Como voy a saber!?-me suelto de ella-esto nunca había pasado, es mi mundo yo controlo casi todo lo que pasa aquí, las personas aquí son como yo las veo a través de mis ojos-abro la puerta de salida-voy por tu hermana.
-Incluso en tu mundo…¿yo te acompañaría?
-….Si-la curandera toma a una capa larga blanca y salimos los dos.
A las afueras de la ciudad cerca de un risco se comienza a reunir una cantidad enorme de mujeres
-¿Para que nos llamaste?- una muchacha algo chaparrita de chaqueta blanca, labios rosados, ojos grandes, piel clara y cabello un poco oscuro, también que alguna vez me gusto, le habla a Nueve que esta enfrente de todas.
-¡Para que nos ayuden a herir a la persona dueña de este mundo, hacerle caer en el arrepentimiento y que recuerde el desamor, que le duela, que recuerde las heridas que tiene y las que a causado, el tiene que sufrir.
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