Había añorado la suave sensación de tus dedos. Una caricia fugaz que apenas y puede sentirse. Sólo una sonrisa ligera hacia mí, esa que no alcancé a ver por distraerme en tus ojos.
La distancia volvió a interrumpir mi instante de ti, alejándote como música que se va desvaneciendo en el aire. Mis yemas son las únicas que tendrán la memoria de la sensación de tu calor, ese que duró un parpadeo.
El mundo se cubre de luz por el único momento en que te sentí tan cerca, volvió cuando tu mano soltó la mía. Sin sentir tu piel, la música se va, los sonidos comunes regresan.
En la realidad, te veo marcharte, para soñar de nuevo con tenerte conmigo. Mantener la esperanza de sentir la poesía de tu piel.
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