El lobo le aúlla a su doncella celestial, a su dama de baile único. Ella se mantiene separada de el, siempre acompañándolo desde las nubes, siempre extrañándole, siempre sonriéndole.
El lobo le aúlla con tristeza, a su princesa lejana, a su eterno amor que jamás podrá tocar, que jamás podrá acariciar y amar de verdad. Por eso el lobo sigue pidiendo el deseo de tocarla, de estar con ella, por eso sus aúllos desesperados, su deseo insistente y apasionado.
El lobo le aúlla con tristeza, a su princesa lejana, a su eterno amor que jamás podrá tocar, que jamás podrá acariciar y amar de verdad. Por eso el lobo sigue pidiendo el deseo de tocarla, de estar con ella, por eso sus aúllos desesperados, su deseo insistente y apasionado.

Así la persona persigue al amor, a su dama insistente y escurridiza, a su fantasía eterna y elevada a la que llama con desesperación, con pasión y con tristeza.
1 comentario:
Debe ser padre inspirar a un hombre para que escriba tantas cosas bonitas como las que escribes.
El amor vale la pena cualquier sacrificio aun asi aunque no funcione. sentirlo incluso aunque duela es la mejor parte de la vida.
A.G.
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