Voy camino por esta banqueta solitaria, sintiendo el cemento firme bajo mis zapatos. Este camino está lejos de todo aquel rincón que conozco, no se como llegar a mi destino, simplemente camino. Me guía hasta aquí el deseo de verla, de nada mas, solo ver su sonrisa, observar sus ojos, sentir su mirada. En mi cara se siente la helada brisa que choca contra mi. Pienso que fui un tonto al solo ponerme la chaqueta negra de siempre. La brisa helada parece querer detenerme, parece no querer que llegue a mi destino . Contra la brisa sigo buscando su casa, la cual nunca e visto, no se como sabré cual es. El aire helado entra por mi nariz congelando mis pulmones, creando un escalofrió y esa sensación tan parecida a la que siento cuando estoy a su lado.
Me paro de golpe, estoy frente a su casa. Junto con mío el viento parece detenido, como si se hubiera rendido en su intento de evitar que llegara aquí. Mi cuerpo tiembla entero, ya no es por el frio, ahora son los nervios. Millones de voces en mi cabeza me dicen que no avance, otros mas me dicen que siga, otras que me vaya, quisiera no tener que escuchar a ninguna. Decidido a cumplir por lo que vine aquí, así que camino lentamente hacia el zaguán de su casa y lentamente saco mis llaves para tocarlo, el metal frio solo hace que sienta mas miedo al no saber que decir cuando la vea. Segundos después la veo salir por la puerta de la casa y mi voz se va, sus ojos no me dejan de ver y termina por ser la primera en hablar.
-¿Cómo llegaste aquí?
Veo que sonríe nerviosamente y eso no ayuda a que pueda hablar, así que solamente siento su mirada nerviosa. No puedo seguir así necesito hablar, necesito decir lo que viene a decir.
-Solo vine a decirte que no he dejado de pensar en ti.
Ella abre sus grandes ojos del asombro y siento como mi corazón baja a mis talones. Ella parece querer caminar hacia mi pero se mantiene inmóvil, su silencio enfría mas la tarde de lo que ya esta. Manteniendo la ausencia de ruido, ella da la vuelta y entra en su casa, cerrando la puerta.
Siento que perdí, estoy por caer al suelo de tristeza, pero con lo ultimo que me queda de fe, me volteo también y camino alejándome de su casa, de nuevo la brisa helada me cubre, pienso que ahora quiere consolarme por mi derrota. La puerta de su casa se abre lentamente y al escuchar el ruido volteo hacia atrás y la veo corriendo con su chaqueta blanca que tan bien se le ve, corriendo hacia el zaguán para abrirlo con las llaves que lleva en su mano.
Escucho las llaves abrir el candado, la veo correr hacia mi y siento cuando me abraza con una tierna calidez, en ese instante el frio desaparece de mi alrededor. El abrazo que nos damos parece durar una eternidad, esa eternidad que no quiero que acabe, esa eternidad que me da su ternura y la calidez de su rostro contra el mío. Sonrió felizmente por tenerla junto a mi, por sonreír con ella.
Me paro de golpe, estoy frente a su casa. Junto con mío el viento parece detenido, como si se hubiera rendido en su intento de evitar que llegara aquí. Mi cuerpo tiembla entero, ya no es por el frio, ahora son los nervios. Millones de voces en mi cabeza me dicen que no avance, otros mas me dicen que siga, otras que me vaya, quisiera no tener que escuchar a ninguna. Decidido a cumplir por lo que vine aquí, así que camino lentamente hacia el zaguán de su casa y lentamente saco mis llaves para tocarlo, el metal frio solo hace que sienta mas miedo al no saber que decir cuando la vea. Segundos después la veo salir por la puerta de la casa y mi voz se va, sus ojos no me dejan de ver y termina por ser la primera en hablar.
-¿Cómo llegaste aquí?
Veo que sonríe nerviosamente y eso no ayuda a que pueda hablar, así que solamente siento su mirada nerviosa. No puedo seguir así necesito hablar, necesito decir lo que viene a decir.
-Solo vine a decirte que no he dejado de pensar en ti.
Ella abre sus grandes ojos del asombro y siento como mi corazón baja a mis talones. Ella parece querer caminar hacia mi pero se mantiene inmóvil, su silencio enfría mas la tarde de lo que ya esta. Manteniendo la ausencia de ruido, ella da la vuelta y entra en su casa, cerrando la puerta.
Siento que perdí, estoy por caer al suelo de tristeza, pero con lo ultimo que me queda de fe, me volteo también y camino alejándome de su casa, de nuevo la brisa helada me cubre, pienso que ahora quiere consolarme por mi derrota. La puerta de su casa se abre lentamente y al escuchar el ruido volteo hacia atrás y la veo corriendo con su chaqueta blanca que tan bien se le ve, corriendo hacia el zaguán para abrirlo con las llaves que lleva en su mano.
Escucho las llaves abrir el candado, la veo correr hacia mi y siento cuando me abraza con una tierna calidez, en ese instante el frio desaparece de mi alrededor. El abrazo que nos damos parece durar una eternidad, esa eternidad que no quiero que acabe, esa eternidad que me da su ternura y la calidez de su rostro contra el mío. Sonrió felizmente por tenerla junto a mi, por sonreír con ella.
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