Era una vez el fuego
El calor que transmite con sus llamas de pasión, aquellas que susurran chispas que queman, queman de cariño o de ira. Las llamas que hacen cerrar los ojos por un momento, recordar calores preciosos, calores queridos. El fuego que sorprende y asusta cuando de la nada sale, el fuego que alegra cuando el frió asecha y el fuego que puede destruir.
A veces soy el fuego que va a ella para darle calor, para quitarle el frió y hacerla sonreír, a veces soy el fuego que alegra con su presencia. Soy el fuego que se controla y le da calidez. Ella sonreí con dulzura mientras el frió desaparece y recuerda la calidez del cariño.
El fuego que destruye con la ira, el fuego que salva con la calidez, dos afectos tan diferente y tan conectados. La llama que se mueve de lugar en lugar, controla su pasión para ayudar, descontrola su ira para destruir. Era una vez el fuego…
Era una vez la tierra
Recibe millones de pies sobre ella y con paciencia les sonreí, feliz de ver todos los que pasan, de ver rostros tan conocidos, rostros nuevos y rostros que se van. Envuelve a sus muertos en ella mismas y los hace parte de su ser, los habrá en ella y les da una vida como la de ella, los deja ver las cosas que ella ha visto por milenios. Se pinta de todos colores, desde cafés hasta oscuros, hace nacer millones de vidas y se encarga de regresarlas a ella. La tierra que sonríe al caminante, la tierra que absorbe al muerto.
A veces soy la tierra que le sonríe a su caminar, que la sigue a donde va y la vigila con cariño, a veces soy la tierra que le da de sus frutos para que sea feliz, para que crezca alegre. Soy esa tierra feliz de recibir personas y de verlas partir, por que se que regresaran.
Tierra de pasiones tierras de sonrisas que regresa a todos a su núcleo y que les sonríe al recibirlo, los abraza y los llena de alegría.
Una vez el agua
Cristalina y transparente, deja ver a través de ella, deja que vean su pureza, aunque de color cambie siempre puede regresar a ser transparente. Se adapta a la situación y sin queja se amolde a su frasco, cubre a los que llegan a ella y los deja nadar entre ella. La madre de la vida y la conservadora de mucha, donde seres nadan y viven en ella sonriéndole por mantenerse con ellos.
A veces soy el agua que cae del cielo, que la moja traviesamente y se escurre a través de su cuerpo, dándole caricias secretas que ni ella puede saber. Mojando su cabello lo toco con gotas, acaricio su rostro con el frió del agua que cae. A veces soy el agua que la nutre cada día, que la llena de salud y felicidad.
El agua que se mueve, que alimenta la tierra, que para el fuego furioso y acompaña al viento con la lluvia y se mueve con las nubes. El agua que cura y tranquiliza, que sonríe y se mueve a través del mundo. Una vez el agua…
El calor que transmite con sus llamas de pasión, aquellas que susurran chispas que queman, queman de cariño o de ira. Las llamas que hacen cerrar los ojos por un momento, recordar calores preciosos, calores queridos. El fuego que sorprende y asusta cuando de la nada sale, el fuego que alegra cuando el frió asecha y el fuego que puede destruir.
A veces soy el fuego que va a ella para darle calor, para quitarle el frió y hacerla sonreír, a veces soy el fuego que alegra con su presencia. Soy el fuego que se controla y le da calidez. Ella sonreí con dulzura mientras el frió desaparece y recuerda la calidez del cariño.
El fuego que destruye con la ira, el fuego que salva con la calidez, dos afectos tan diferente y tan conectados. La llama que se mueve de lugar en lugar, controla su pasión para ayudar, descontrola su ira para destruir. Era una vez el fuego…
Era una vez la tierra
Recibe millones de pies sobre ella y con paciencia les sonreí, feliz de ver todos los que pasan, de ver rostros tan conocidos, rostros nuevos y rostros que se van. Envuelve a sus muertos en ella mismas y los hace parte de su ser, los habrá en ella y les da una vida como la de ella, los deja ver las cosas que ella ha visto por milenios. Se pinta de todos colores, desde cafés hasta oscuros, hace nacer millones de vidas y se encarga de regresarlas a ella. La tierra que sonríe al caminante, la tierra que absorbe al muerto.
A veces soy la tierra que le sonríe a su caminar, que la sigue a donde va y la vigila con cariño, a veces soy la tierra que le da de sus frutos para que sea feliz, para que crezca alegre. Soy esa tierra feliz de recibir personas y de verlas partir, por que se que regresaran.
Tierra de pasiones tierras de sonrisas que regresa a todos a su núcleo y que les sonríe al recibirlo, los abraza y los llena de alegría.
Una vez el agua
Cristalina y transparente, deja ver a través de ella, deja que vean su pureza, aunque de color cambie siempre puede regresar a ser transparente. Se adapta a la situación y sin queja se amolde a su frasco, cubre a los que llegan a ella y los deja nadar entre ella. La madre de la vida y la conservadora de mucha, donde seres nadan y viven en ella sonriéndole por mantenerse con ellos.
A veces soy el agua que cae del cielo, que la moja traviesamente y se escurre a través de su cuerpo, dándole caricias secretas que ni ella puede saber. Mojando su cabello lo toco con gotas, acaricio su rostro con el frió del agua que cae. A veces soy el agua que la nutre cada día, que la llena de salud y felicidad.
El agua que se mueve, que alimenta la tierra, que para el fuego furioso y acompaña al viento con la lluvia y se mueve con las nubes. El agua que cura y tranquiliza, que sonríe y se mueve a través del mundo. Una vez el agua…
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